Cuando tenemos relaciones de pareja o relaciones amorosas del tipo que sean, la infidelidad es algo que nos puede ocurrir a cualquiera. Tanto de manera activa como de manera pasiva. Incluso podemos sentir que el otro o la otra nos es infiel en relaciones de amistad, fraternales o profesionales.
Si practicamos un poco de cirugía al asunto nos encontramos con que el 31% de la población declara haber sido infiel. Un 28% de las mujeres y un 36% de los hombres.
Este es un tema muy vasto y comprende multitud de casuísticas que van a ir “danzando” entre la culpa de la persona que lo hace hasta la baja autoestima en la que entra la persona que ha sido engañada. La pregunta fundamental por la que debemos empezar es la siguiente:
¿Qué es la infidelidad?
La respuesta a esta pregunta ha de ser respondida por cada uno de nosotros a nivel personal porque no hay una sola infidelidad. Existen diferentes tipos de infidelidades porque cada persona entiende la infidelidad a su manera. Lo que en una pareja se considera infidelidad, puede que para otra persona o en otra pareja no lo sea. Incluso lo que para mi puede ser una conducta infiel de mi pareja, puede que para la otra persona no lo sea.
Lo que de verdad describiría una infidelidad es si hemos faltado de alguna manera a un compromiso, que puede ser implícito o explícito, de exclusividad afectiva o sexual en una pareja o en un grupo de personas que se relacionan de manera afectiva o sexual. Debemos recordad que la infidelidad no se da solo en la monogamia sino también en otras orientaciones relacionales.
El asunto de si existe un perfil psicológico definido del o de la “infiel”, ha suscitado siempre mucho interés.
Sí que parece que hay contextos externos e internos facilitadores y después existen ciertas características de personas que pueden estar más predispuestas a realizar una infidelidad.
Digamos que si se juntan determinadas situaciones con algunas características como que hay personas que son más exploradoras que otras, más curiosas, más transgresoras o que la persona esté pasando por momentos donde no se siente valorada o deseada o especial.
Lo realmente interesante de la infidelidad es que todos y todas podemos ser infieles.
Las circunstancias serían: un contexto favorecedor (estamos en un mundo donde hombres y mujeres accedemos a la vida pública, es decir a entornos laborales, actividades, ocio…donde nos cruzamos con mucha gente atractiva…). Estar enamorado o enamorada de una persona no invalida sentir atracción por otra, aunque a veces nos parezca difícil de entender o de gestionar.
La otra circunstancia sería un contexto interno. Es decir, lo que tiene que ver con lo que yo siento, con lo que me pasa, con mi educación, con mi biografía, con las creencias, con la religión.
Aunque se den estas dos circunstancias, no hay que olvidar que
La infidelidad es una toma de decisión.
Cada uno somos la suma de nuestras decisiones y ser o no infiel es una decisión más. ¿Doy el paso o no lo doy? Lo importante de todo esto, independientemente de la decisión que tomemos, es la responsabilidad. Hacernos responsables de nuestra propia decisión es lo adecuado para ser coherentes y emocionalmente maduros.
¿Qué sucede tras una infidelidad?
Hay múltiples “porqués”. Lo primero que hacemos tras una infidelidad es justificar por qué lo hemos hecho: “es que me iba mal en mi pareja, estaba pasando un mal momento sexual, mi pareja y yo no somos compatibles, es que no me he podido contener …”,causas, hay miles. Y a veces, estas justificaciones ni siquiera tienen que ver con estar bien o no en pareja, porque otro de los enunciados que barajamos en este asunto es el de que “las parejas felices también son infieles”.
Por todo esto, creo que más que buscar los porqués, hay que buscar los para qués. ¿Para qué he sido infiel?
Los para qué siempre nos dan mucha información. ¿Qué estaba buscando yo? ¿Buscaba valoración, sentirme viva, deseada? ¿Estaba buscando simplemente placer? ¿Explorar nuevos mundos que a lo mejor no los tenía explorados…?
Para qué es realmente la pregunta. Primero para conocernos y después para, si seguimos con nuestra pareja, poder tener una CONVERSACIÓN EFICAZ con la otra persona.
¿Podemos recuperar la relación tras una infidelidad?
La infidelidad es un hecho universal. Se da en todas las culturas de muy diferentes formas y maneras y en todas las orientaciones. La infidelidad no es causa de crisis, es el descubrimiento de la infidelidad. Es el descubrimiento del secreto, el descubrir la traición.
Este descubrimiento produce un efecto devastador que se asemeja a un estrés postraumático. Se produce una pérdida de confianza y te aseguro que este es uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos los profesionales: el de manejar los efectos que produce la infidelidad.
Entonces nos deberíamos plantear, ¿cómo es esto posible? ¿No podríamos llegar a un momento dónde abordáramos estas situaciones sin sufrir de esta manera?
Desde mi posición, yo no prescribo ser infiel, ni receto la infidelidad, aunque sí me surge la inquietud de que estas situaciones ocurren muy a menudo y que si conllevan y producen este impacto tan feroz en las personas, quizás deberíamos asumir que hay que buscar visiones diferentes que expliquen estos acontecimientos sin que nos suponga un coste psicológico tan enorme.
¿Qué cosas podemos hacer para recuperar la relación?
- Recuperar es una cosa de dos. Requiere de un consenso. Y aquí hay que poner tiempo y espacio. La pareja a dedicar esfuerzo en recuperar su relación.
- El descubrimiento de la infidelidad provoca un revolcón emocional: lo llamo las 3R: rabia, resentimiento y rencor. Estos tres ingredientes son sumamente venenosos y nos pueden llegar a producir daños tanto a nivel físico como a nivel emocional, irreparables. Por tanto, es fundamental aprender a gestionar las emociones.
- El elemento estrella es el perdón. Es muy terapéutico. El perdón no libera a la persona que ha sido infiel, libera al damnificado. La infidelidad causa dolor y el perdón ayuda a liberar ese dolor. Ojo, perdonar no es olvidar. El cerebro no olvida, lo que hace es debilitar los recuerdos sobre todo si no los vamos nutriendo ni retroalimentando. Perdonar no es tampoco justificar. Perdonar no es signo de debilidad. Saben perdonar las personas fuertes que lo hacen desde su potencial. Hay que aprender a perdonar.
- Si decidimos seguir con la pareja, tenemos que “bajar el ruido “ de todas esas emociones. Hay que irlas desactivando de alguna manera para aprender a gestionarlas.
- Qué se explica a la pareja: no se explica ni poco ni mucho. La mente es inclusiva, incorpora todos los datos….si yo no paro de preguntar para saber, puedo caer en la obsesión. Hay que dar una explicación pero sin demasiados datos. Porque se puede caer en la hipervigilancia…y eso es inmantenible y la relación se convierte en un infierno.
- La confianza se va construyendo y los dos miembros tienen que trabajar en ello. Es muy importante saber que la relación, no volverá a ser la misma. Y esto no es ni mejor ni peor. Los dos tienen que hacer cosas constructivas. Buscar las cosas que nos gustan de nuestra pareja, hacer cosas juntos.
- La vida es ir generando estrategias para afrontar los problemas. La diferencia entre una pareja infeliz y otra feliz, no son los problemas. Todas las parejas tienen problemas. La diferencia son las estrategias que utiliza cada pareja para salir de los problemas. Buscar los modelos de afrontamiento positivo. Buscar recursos eficaces para salir y que nos unan como pareja.
Las cosas nos van a pasar…sean infidelidades, duelos, pérdidas, crisis económicas…se trata de tener recursos para atravesar el sufrimiento. Y estos recursos se puede trabajar y así mejorar nuestra calidad de vida.